Cada vez es más común escuchar a las personas quejarse por todos sus problemas, desgracias, deudas, enfermedades y tantos otros motivos que realmente se hacen innumerables. Frente a esto es que yo me pregunto, ¿por qué esas personas no han decidido aún ser feliz? ¡No se puede! me responderán muchos de ustedes, sin embargo, yo creo que si. Llega un minuto en que dices ¡ya no más!, tomas las las riendas de tu vida y decides ser feliz.
Generalmente, esta opción de vida se toma cuando uno experimenta un punto de inflexión producto de algún tipo de crisis que nos hizo tocar fondo. ¿Y por qué no nos dimos cuenta antes y así evitamos tanto sufrimiento? Porque el ser humano es así, muchas veces necesita estar tan ahogado, casi sin poder respirar, para poder por fin tomar, literalmente, fuerzas de flaqueza y decidir empezar a vivir realmente una nueva vida.
En mi caso, les cuento que después de un viaje que realicé por más de un año en donde viví fuera de Chile experimentando una realidad totalmente distinta a la mía hasta ese minuto, entendí que la verdadera felicidad está en las cosas simples de la vida, que lo material sólo alimenta los vacíos del alma con una alegría que es desechable. Si no tienes un alma contenta, ni con todo el oro del mundo podrás comprar la felicidad.
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