jueves, 30 de enero de 2014

#MILUNA 1: LO QUE OCULTAMOS LAS MUJERES

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En esta nueva sección, quiero compartir con ustedes lo que he ido aprendiendo en relación a mi femineidad. Este año, ha sido uno lleno de descubrimientos y de re-significado, lo que ha sido muy bueno porque a partir de esto he ido haciendo algunos hallazgos que me ha permitido conocerme de manera más acabada y desde ahí, he podido tomar mejores decisiones y también he podido aprender a mimarme y consolarme. 




Por siglos el tema de la menstruación ha sido un tema tabú para la sociedad. Pareciera ser que "esos días" son los que nos hacen caer en el eslabón de la vulnerabilidad y nos relegan a un piso de fragilidad que muchas veces, es impuesto por una sociedad que no sabe mirar a las mujeres como una fuente natural de energía cósmica. Se han detenido a pensar en que este mundo poblado de seres humanos no existiría si no fuera por el mágico y maravilloso mundo de la menstruación.Así de importante y vital es menstruar, entonces por qué no es natural, por qué lo escondemos, por qué no se habla del tema abiertamente entre hombres y mujeres, entre padres e hijos. 


Es cierto, durante nuestro período menstrual nuestras hormonas se revolucionan, es por esto que a veces nos sentimos angustiadas sin necesidad, adoloridas más de la cuenta, o más de lo que realmente debería dolernos; sumado a eso, nos castigan y nos castigamos con frases del tipo "¿Anday con la regla?" o con el refregamiento de la publicidad del famoso analgésico "Le saco la sal, le saco la sal", con esto queda en evidencia que no se nos permite sentirnos como realmente nos sentimos y es en esos momentos en donde la figura masculina pareciera tomar un rol de empoderamiento universal que no existe ni mucho menos le corresponde, porque los hombres a diferencia de las mujeres no son cíclicos. Desde lo antiguo, que se nos enseñó que menstruar era malo, que había que esconderse, que había que ponerse el calzón viejo destartalado para esos días tan poco esperados, pero que están ahí, cada 28 o 30 días. Desde ahí es donde las mujeres nos empeñamos día tras día en ser mujeres full power, que no entran balas, gallitas, full yeguas empoderadas, como si sentir angustia, dolor y sueño nos pusieran en el último escalafón de la cadena trófica. 

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