sábado, 10 de mayo de 2014

FOREVER ALONE #3: ME DEDIQUÉ A PERDERTE

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"El amor desesperado consiste en inventarse un personaje, exigir a la persona amada que lo represente y hundirnos en la miseria cuando se niega a convertirse en ese ser de ficción".


Estoy llegando a la etapa tóxica, que viene luego de la rabia. Sí, esa misma, la pena. A veces me siento a pensar en qué parte de mí provocó todo esto, siento que más del 70% de todo lo que vivo es responsabilidad mía. Bueno, no es novedad, soy esencialmente culposa, me cuesta poner los errores en los demás. Es por ese motivo que busco y busco respuestas, pienso y pienso en cómo llegamos a todo esto (¡otra vez!) - ¿Cómo fue posible? - Mi terapeuta me dice: Debes dejar de preguntártelo todo, en este minuto de la vida no necesitas pensar más, porque entre más piensas, más te angustias y más te culpas. Además, agrega, ¿en serio, crees que alguna respuesta te dejará contenta? Y la respuesta es no, nada de lo que sé, he urgueteado, he sabido (por otros, ¡¡¡mala idea!!!) me ha dejado tranquila.



Cuando uno comienza una relación se embala y se va con todo. Creo que en esta relación quise muchas cosas, muchas de las cuales se concretaron (muchas otras estaban ahí, estancadas). Creo, por lo menos, tener la certeza de que en mis sueños lo logré todo. Quise vivir con él y sin él, quise amarlo a tiempo completo, quise odiarlo a tiempo completo, quise construir un castillo juntos, quise casarme, quise tener hijos, quise tener un perro, una casa y un departamento en la playa. Quise estudiar con él, quise acompañarlo en su vida, en sus éxitos, en sus fracasos, quise ser parte de su familia, quise hacer familia con él, quise tantas cosas. A ratos pienso que puse en él lo que yo quería de mi vida y no sé si en algún minuto consideré lo que él quería para nosotros. A ratos pienso también que fue al revés, que yo hice lo que él quería y no lo que yo quería. Creo que nos amamos desesperadamente, tanto, tanto, tanto, que el amor se acabó de un día para otro. Yo no me di ni cuenta. Quizás ninguno de los dos quiso jugar el rol que él otro necesitaba.


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